sábado, 1 de mayo de 2010

Smart food: estrategias sostenibles de vida eficaz y feliz.

La conciencia de que elijo mantenerme viva día a día y de que tengo proyectos personales por delante como para cincuenta años más, y lúcida, hace que si bien me despida de mis seres queridos cada día como si pudiese ser la última vez dando unos abrazos que en un caso llegaron a fracturar un par de costillas (abuela Dorita cómo te amo!), como como si creyese en la vida eterna.

Por eso, a pesar de mi buena salud y estar en mi peso óptimo, intento comer como si fuese a vivir cincuenta años más, por si tengo que seguir con este mismo hardware sin garantías (o garantía vencida, de hecho ni manal me dieron y no encuentro el contrato!). Asique me invento maneras de que, a pesar de mi deseo lujurioso de comer cosas que me den placer y a mi lengua el resto de mis intereses como el buen funcionamiento de mi sistema operativo, mi rendimiento físico o mi humor (qué mal se pone cuando estoy con el hígado sobre exigido), a éste músculo insaciable, e inmaduro (blando como ningún otro, pero vamos a reconocerle un mérito a mi lengua, y es que en general no tiene pelos), le importan muy muy poco, pero como puedo y cuando puedo, recurro al engaño y la omición, ninguneando sus demandas, porque un órgano tan pequeño (en comparación con mi cerebro, por ejemplo) no va a decidir mi salud, con motivaciones tan infantiles como la gratificación inmediatista, el capricho, la moda y esas cosas superficiales. Asique, a llorar al cuartito, en este cuerpo se come lo que yo digo (en general, no voy a exagerar, porque la niña Cecilia me monta cada escenita que ni te cuento, y termino cada tanto dándole gustos que después cargo en mis partes destinadas a guardar reservas (pompis y panza, inicialmente, aunque la grasa se distribuye con una eficacie que bien quisiera yo tener para moverme en el campo del arte y en el mundo). Y destesto ese sentimiento de que me pesan las sentaderas.

Y cómo mínimo por esta razón no como sitemáticamente para lo que no tengo en casa ni compro crema doble, embutidos, galletitas ni panes industriales blancos, dulces industriales, helados, alfajores, golosinas (sólo como chocolate y amargo), grasa animal, fritos, margarina (sí manteca, nadie es perfecto!), ni ninguna grasa trans (sino no puedo parar!), dulce de leche ni bizcochos. Y cómo hago para no marchitarme en el intento? Cómo me divierto? Cocinando mis inventos! Si quieren acompañarme, sigan visitándome, que iré posteando estrategias sostenibles de nutrición eficaz y feliz: Smart food. Salud!

No hay comentarios:

Publicar un comentario